jueves, 29 de septiembre de 2011

Un millón de primeras veces

("No todo está condenado en esta vida a ser trágico", hoy como excepción, un texto con una temática distinta, para ilustrar esta afirmación)

     Tenía apenas cuatro años y se tambaleaba mucho al caminar con sus pequeñas piernas. Inocente, armada con un par de crayones de color verde, su color favorito, la pequeña Brisa, papel en mano, se dispuso a escribir su declaración de intenciones, las normas que regirían su vida desde ese momento en adelante.

     Colocó el papel encima de la mesa del salón ,tapando con la mano derecha escribió con letras enormes y en mayúscula: "¡CADA VEZ SERÁ LA PRIMERA VEZ!",.

     Así creció hasta la adolescencia, cada vez que escuchaba una canción era la primera, y se sorprendía como tal, aunque la hubiera escuchado un millón de veces. Cada beso fue su primer beso, cada amor tan especial, tan único, como solo puede serlo el primero...

     Y que feliz que creció, pasó su adolescencia siempre con una sonrisa en la cara, había veces que se pasaba tardes llorando de pura alegría, ya que recolectó cada libro, cada poema, cada disco, que al escucharlo, por primera vez por supuesto, la hicieron llorar de la emoción.

     Un día estaba sentada bajo un árbol desojando una margarita, juego que acababa de descubrir(otra vez mas) y que le parecía de lo mas divertido. Entonces alzó la vista y lo vio, el flechazo fue inmediato, sólo que aquella vez pasó algo distinto, no alcanzaba a saber el que..

     Se conocieron. Él se llamaba Mattia , como le gustaba ese nombre. Pasaban horas juntos, a ella él le encantaba, aun así, no sabía porque… pero sentía algo raro, algo distinto con él...

     Una noche, Mattia decidió declarársele por fin, se inclinó sobre ella ,y rodeandola con sus brazos la besó. En ese momento Brisa se dio cuenta de que era lo que le pasaba, lo que le pasaba con Mattia. Se dio cuenta que la primera vez que lo vio, no era la primera vez que volvía a enamorarse, sino que era la última… y descubrió en ese momento que, ése… era su último primer beso.

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