Sólo dos balas en su revolver, no necesitaba ninguna más. El crujido la madera al subir los escalones de aquella vieja escalera esbozaba primitivas melodías que se clavaban en su cabeza. Sólo necesitaba dos balas para ser libre... Paredes sucias como lienzos ensangrentados con sudor y mugre se abrían a su paso haciendo cada paso más pesado aún si cabía. Sólo dos balas…
Abrió de un portazo que pareció transcurrir a cámara lenta. Allí ella, semidesnuda, postrada en aquel viejo colchón, profanada por aquella espina metálica que atravesaba su brazo directa a sus venas, destruyendo aquel corazón, aquella alma. Sólo dos balas para liberar a aquella persona ya muerta pero que aún no era consciente de ello, Sólo dos balas para reencontrarse con su amor, para salvarla, Sólo dos balas para encontrar la libertad…
...Y de repente el centelleo y el trueno.
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