Préstame tus palabras cuando mis puños sean incapaces de aguantar otro asalto.
Cuando el cinturón de campeón pese
y el sabor férreo y amargo de los golpes empache mi paladar.
Cuando no quede espacio para maniobrar entre las cuerdas
y las apuestas vayan en mi contra.
Préstame tus palabras el día en que lo único que nos quede sea el corazón y nuestro orgullo.
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